miércoles, 7 de noviembre de 2012

Sin título

6 de noviembre, lugar? Un centro de salud cualquiera. Una joven de veintiocho años, se sienta delante de la mesa de escritorio que la separa de una doctora. Una doctora vestida en mil colores y cuyo desparpajo desborda la mesa entera. A su lado, una enfermera sobria que equilibra a la perfección tan extraña pareja. La doctora habla… la enfermera, asiente, reforzando lo que la doctora dice.
La joven mira a su izquierda, hacia el reloj de arena; éste, revienta sus paredes y  la arena comienza a caer sobre ella sin inmutarse nadie en la habitación. Mientras la arena sigue cayendo inexorablemente, la chica mira hacia el reloj, colgado en la pared. Ha empezado a derretirse como en el cuadro de Dalí…  enormes goterones de pintura espera resbalan por la pared al suelo con la densidad del aceite hasta llegar a sus pies. La pintura dorada y azul cielo, empieza a teñir su calzado.
Cuando la doctora acaba de hablar, la muchacha a penas puede moverse o articular palabra… la arena le llega al cuello, a la cabeza y le tapa la boca; el reloj d pared, se ha convertido en un charco denso que atrapa sus pies.
Se oye un grito agudo y ahogado, que reverbera en las paredes de su alma.
“No… “, repite la joven mentalmente. “No…”

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