viernes, 5 de abril de 2013

Reflexiones y ventanas con aire fresco

Quiero empezar esta entrada con esta canción: 

Escuchaba esta canción, una y otra vez de manera obsesiva mientras trataba de apartar de mi mente, de mi alma, de mi vida, a alguien a quien quería. Ese gran amor, que palidece al amanecer y desaparece una y otra vez cuando intentas aferrarlo. Igual que un rayo de sol, cuando intentas atraparlo entre tus dedos. No es posible.
Así Alma, un personaje que creé a mis dieciséis años, pasó a ser Sara... y a manos de Vetusta Morla, Sara comenzó a ocupar muchas páginas de word. Y Sara, vivió lo que yo siempre quise vivir. Como dice la canción:

"Ella, duerme tras el vendaval. Se quitó la ropa, sueña con despertar en otro tiempo, en otra ciudad"

No hay que ser un genio para saber, que esa Sara, soy yo....

Escribía y escribía durante 2009, furiosa, tratando de contener las lágrimas que pugnaban por resbalar de mis mejillas al teclado, en mis ratos libres en su pequeña sala de curas. Mientras, frente a ella, un compañero, observaba. Aún no sabríamos, lo importantes que seríamos el uno para el otro con el paso del tiempo. Hoy, este gran amigo, me ha ofrecido una pequeñísima y remota posibilidad de cumplir mi sueño y seguir los pasos de Sara.
Qué siento? Miedo, esperanza... Qué noto? Que brillo...

Hace dos años, escuchaba de nuevo con obsesión estas dos canciones. Ligadas al mismo dolor, a la misma persona.



Y así fue como nació Julia... dueña ya de casi treinta páginas...

Así que, este post, evidentemente no está dedicado a la persona que me hace crear personajes, sin él pretenderlo, para cerrar heridas que sangraban profusamente. Hoy, este post, va dedicado a Fran, a su paciencia, a sus horas de wasap, a sus ánimos, a esa fe ciega en lo que escribo; a cómo me jalea para que cumpla mis sueños, a pesar que, como él bien sabe, hay algunos que son imposibles. Porque no salva sólo vidas en quirófano, también se dedica a salvar algunas almas perdidas... Y para eso, hay que ser especial.

Llevo varios días queriendo escribir. Estuve reflexionando sobre la fragilidad del ser humano. Nos creemos inmortales. Somo egoístas, osados, irreverentes. No somos conscientes que, somos vulnerables, mortales. En vez de ello, vivimos nutriendo nuestro malestar y miserias, queriendo cada día más y más. 
Si supieras que te quedan dos años...no vivirías sin pensarlo dos veces? Pero vivir de verdad, disfrutando . Y si esa persona a la que amas le pasara algo mañana? No aprovecharías al máximo? No le harías el amor con pasión una y otra vez? Yo sí.
 En estas estoy. No me obsesiona la muerte, me obsesiona mi día a día, quiero dar lo mejor de mí, las veinticuatro horas. Quiero disfrutar cada momento, cada segundo. Ser feliz, no significa tener dinero, tener casas más grande o escalar en tu empresa. Ser feliz, es quererse a sí mismo y mimarse cada día con pequeños gestos.

Y con esto me reafirmo: si tengo la oportunidad, la aprovecharé, cueste lo que cueste.

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