domingo, 27 de noviembre de 2011

De ojos cuajados

De papeles mojados, ciudades húmedas y mujeres altivas De ojos cuajados en lágrimas.
Ayer perlé mi camisa con cada una de mis lágrimas. Caían, redondas, perfectas, tibias. Caían sobre mí, mojando, empapando, haciendo más vivo cada uno de los buenos momentos, de lo aprendido, de lo que añoro, de lo perdido. Lloré amargamente. Por mí, por él... por lo que ya no vendrá.
Me levanté, vacía por dentro, fría como el granito... dura... impasible. Y siguiendo el consejo de una gran amiga, que sabe perfectamente cómo me siento, me puse mi vestido negro, mis tacones altos y fui a trabajar pisando fuerte, gritando por dentro, con la cabeza bien alta, mientras cruzada de punta a punta mi ciudad mojada. Sin miedo a vacilar, sin miedo a resbalarme, porque, soy fuerte, de titanio... Cantaba mientras me encogía dentro de mi chaqueta negra. Y sonreía, mientras las canciones me acariciaban por dentro. No sé qué será de mí mañana, pero, sí sé qué será de mí hoy. Estoy viva, y voy a seguir luchando cada día por encontrar mi sonrisa.

Vivir en el campo, despertarme con el canto de los pájaros... soñar... por soñar que no quede. Algún día, puede que dentro de poco, puede que en un año o dos, alguien, un ángel, me lleve al paraíso... De momento, estoy encontrando mi paz interior, mi propio camino, mis noches en paz, mis lunas llenas, mis mareas altas y bajas, mis momentos de dedos entrelazados, mis charlas con amigas que reafirman nuestra independencia como mujeres. Estoy en un aprendizaje continuo, con todo lo bueno y lo malo que lleva. De comidas con gente nueva, de cenas con viejos amigos que lo merecen. Porque cada día sale el sol, cada día tengo una nueva oportunidad de darme una vida mejor. 

4 comentarios:

  1. Para poder ver el arco iris, primero debes soportar la lluvia.
    Como me ha gustado esta entrada. Sécate esas lágrimas y sigue pisando fuerte.

    ResponderEliminar
  2. Seguiremos bailando... eso no nos lo impedirá nadie. Somos libres, Ana

    ResponderEliminar
  3. No, afortunadamente, somos libres y por igual.Por suerte, hoy en día no somos esclavas de nadie, nadie nos compra, y sobre todo, nosotras mismas no debemos "vendernos" ni "esclavizarnos"
    Pero para ello, Ana, debemos de creerlo a pies juntillas, que somos libres y las dueñas de nuestra vida. Que ningún papel que firmemos, nos ata a nadie, nos obliga a nada.
    Piénsalo

    ResponderEliminar