jueves, 22 de diciembre de 2011

limpiando el polvo a viejas historias...

(...)Por las tardes solías pasear por el huerto e incluso un día te seguí y vi cómo podías pasar las horas muertas, con un libro sentada debajo de un árbol. Otras veces, te llevabas un cuaderno y dibujabas con trazos seguros, precisos.
                Me avergonzaba seguirte, pero sentía una atracción difícil de obviar. Era como si ya te conociese, aunque en realidad no habíamos cruzado ni una palabra. Sabía que no podía vivir sin ti.
                Quedaba prendado de esos labios rojos que a veces, cuando leían bisbiseaba, y cuando dibujabas se apretaban el uno contra el otro o se fruncían…Tenías la piel pálida, y a veces observaba que te sonrojabas y me volvía loco el pensar qué o quién podría hacerte sonrojar (...)
Agnes



No hay comentarios:

Publicar un comentario