lunes, 19 de diciembre de 2011

Noche sin luna

Ya lo dije... lo sabía... si nadas entre dos aguas, acabas por ahogarte. Como yo ahora.
Me gustaría no ser tan cobarde, me gustaría enfrentarme a las cosas sin miedo. Seguro que ahora no estaría llorando.
En estos momento, me gustaría mirar al frente con la cabeza bien alta. Pero no puedo. Porque soy cobarde, una vez más.
Estoy cansada de temblar de miedo, estoy cansada de cerrar los ojos a la realidad.
Empiezo a creer firmemente en ese personaje que creó Anna. Aquella enfermera que cuidaba de la gente, más que de sí misma... aquella enfermera que se consumía y que vivía una vida cuyo sentido era, cuidar de los demás. Aquella enfermera que trabajaba de noches y se comía sus lágrimas; que era un cúmulo de emociones mezcladas y no resueltas. Que por hacer feliz al resto, no pudo ser ella feliz. Que murió sola, a pesar de haber dado tanto a todos.
Ya he conseguido alzar la cabeza, pero no lo suficiente... todavía soy una miserable cobarde.




1 comentario:

  1. De cobarde nada, a más de una le gustaría tener la mitad de valentía que has demostrado tener tu, yo por ejemplo. tq

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